Tenemos más control de nuestra carga de trabajo de lo que creemos
Hace un tiempo me di cuenta de algo simple pero significativo: cuánto más me apuraba, menos cosas lograba. Y para colmo, el resultado no era el que había imaginado.
En consecuencia, decidí que era momento de concentrarme en aquello realmente importante e invertir tiempo en hacerlo bien. Tuve que hacer muchos “sacrificios”, por ejemplo, rechazar proyectos, ideas, propuestas y pedidos que me consumirían tiempo de alguna manera.
Si bien sigo controlándome para asegurarme de tomar decisiones conscientes respecto de qué es verdaderamente importante y vale la pena, me doy cuenta de que siento plena satisfacción por las cosas que llevo a cabo, aunque sean pocas.
Cuando observo la naturaleza, me maravillo de ver cómo la madre naturaleza logra hacer todo sin esa sensación de apuro: las aves saltan de un lado para el otro entre las ramas, las flores florecen a su tiempo, el viento susurra entre las hojas… Todo sucede en ausencia del ritmo acelerado que hemos aceptado como normal.
Si eres una persona que se apura para hacer las cosas, te invito a reflexionar respecto de qué es lo que te apura. ¿Tienes demasiadas que hacer? ¿Dices que sí a casi todo? Trata de inspirarte en la naturaleza y date cuenta que, a pesar de que no se apura, lograr producir toda su belleza a tiempo.