Krishnamurti se ha convertido en una figura ejemplar de aquellos maestros espirituales que rechazan los dogmas y los rituales formales. Él hablaba de las cosas que nos preocupan a todos en nuestra vida diaria, es decir, los problemas de vivir en la sociedad moderna, con su violencia y corrupción constantes; de la búsqueda personal de la seguridad y la felicidad; y de la necesidad que tiene la humanidad de liberarse de las cargas internas de miedo, enojo, dolor y tristeza, entre otros. Krishnamurti desenmarañó con mucha precisión los mecanismos sutiles de la mente humana y jamás dejó de enfatizar la necesidad de llevar a cabo una revolución en la psiquis de cada ser humano. Asimismo, hizo hincapié en el hecho de que dicha revolución podrá ser lograda únicamente si expandimos nuestra propia consciencia y no por medio de una entidad externa, ya sea religiosa, política o social.

Primeros años de vida

Jiddu Krishnamurti nació el 11 de mayo de 1895 en el seno de una familia brahmánica en lo que en ese tiempo se conocía como la India colonial. Sus padres tuvieron 11 hijos en total, de los cuales solamente 6 sobrevivieron a la niñez. El padre de Krishnamurti trabajaba como funcionario de la administración británica colonial de ese tiempo. Su madre murió cuando él tenía apenas 10 años.

En 1903, cuando Krishnamurti tenía 8 años, se enfermó de malaria y durante muchos años tendría que convivir con las secuelas de esta enfermedad. Se trataba de un niño sensible y propenso a las enfermedades, “distraído y soñador”, y en ocasiones la gente pensaba que tenía un retraso mental. Por estas razones, era normal que le pegaban sus maestros en el colegio y su padre en su casa. En su autobiografía, escrita cuando tenía 18 años, Krishnamurti recuerda y describe sus experiencias psíquicas, tales como ver a su hermana, que había muerto en 1904, y a su madre, que había muerto en 1905. En su niñez, desarrolló un lazo con la naturaleza que lo acompañaría por el resto de su vida.

El descubrimiento

En el mes de abril de 1909, a la edad de 14 años, Krishnamurti conoció a Charles Leadbeater, que afirmaba que tenía poderes de clarividencia. Leadbeater había reparado en Krishnamurti, que frecuentaba la misma playa que él en el río Adyar, en la India, y estaba asombrado por “el aura más maravillosa que jamás había visto en su vida, sin una mínima partícula de egoísmo”. Esta impresión contrastaba con el aspecto exterior de Krishnamurti que, de acuerdo con el testimonio de testigos, era ordinario, común y corriente y descuidado.

También era considerado “particularmente corto” y generalmente tenía una “expresión ausente”, razón por la cual daba toda la impresión de ser bobo. Leadbeater estaba convencido de que el joven se convertiría en un maestro espiritual y en un gran orador, es decir, en un Maestro Mundial para guiar la evolución de la humanidad.

El entrenamiento

Luego de su descubrimiento, Krishnamurti fue educado por los miembros de la Sociedad Teosófica. Leadbeater y un pequeño grupo de colegas de la organización se hicieron cargo de educar, proteger y preparar de manera general a Krishnamurti para ser el “vehículo” del tan esperado Maestro Mundial.

Krishnamurti y su hermano menor Nityananda (Nitya) recibieron clases particulares en el recinto Teosófico en Madras, India. Posteriormente, tuvieron la oportunidad de experimentar una vida de lujos al vivir entre un segmento de la alta sociedad europea cuando continuaron sus estudios en el exterior. A pesar de los antecedentes de haber tenido dificultad con la tarea escolar y dudas sobre sus capacidades y aptitudes físicas, con 14 años Krishnamurti fue capaz de hablar y escribir competentemente en inglés en tan sólo 6 meses.

Hubo un período de tiempo en donde Krishnamurti creyó que se iba a convertir en el Maestro Mundial luego de recibir una guía y educación espiritual y secular correctas. El programa diario que Leadbeater y sus colegas le habían impuesto abarcaba ejercicios y deportes exigentes, enseñanza de una variedad de temas escolares, lecciones Teosóficas y religiosas, yoga y meditación, así como también instrucción en higiene adecuada y en las costumbres de la sociedad y la cultura británicas. Al mismo tiempo, Leadbeater asumió el rol de guía en una instrucción paralela y mística de Krishnamurti. La existencia y el progreso de esta instrucción eran solamente conocidos por un grupo selecto en ese momento.

Desde muy temprano fue evidente que Krishnamurti poseía un magnetismo personal innato, no de una manera física cálida, pero emotiva en su austeridad al fin, y que provocaba veneración. No obstante, a medida que fue creciendo, Krishnamurti mostró signos de rebeldía e inestabilidad emocional propios de la adolescencia, mostrándose fastidiado por el régimen que le habían impuesto y visiblemente incómodo por la publicidad que se generaba a su alrededor. En ocasiones expresaba sus dudas respecto del futuro que se le había marcado.

Experiencias que le cambiaron la vida

En 1922 Krishnamurti y su hermano Nitya se encontraban hospedados en una pequeña casa de campo en el Valle de Ojai, en California. Se dieron cuenta de que el Valle era muy agradable y debido a esto Krishnamurti decidió que ese sería su lugar de residencia oficial.

Ojai fue el lugar en donde Krishnamurti vivió una experiencia intensa que “le cambiaría la vida para siempre”. Este suceso ha sido calificado de formas muy diversas: como un despertar espiritual, una transformación psicológica y hasta como una preparación física. Los primeros hechos tuvieron lugar en dos fases bien diferenciadas: en primer lugar, una experiencia espiritual de 3 días. En segundo lugar, una condición de más larga duración que sucedería dos semanas más tarde. Esta condición sería denominada “el proceso” por Krishnamurti y los que lo rodeaban a él y se repetiría en intervalos frecuentes y con intensidad variada hasta su muerte.

Krishnamurti comenzó a sentir un dolor punzante en la nuca. En los dos días que siguieron, los síntomas empeoraron, causando un dolor y sensibilidad cada vez más fuertes, falta de apetito y divagaciones delirantes esporádicas. Dio la sensación de que se sumergió en la inconsciencia y luego relataría que había estado muy consciente de lo que lo rodeaba y que en ese estado tuvo una experiencia de unión mística.

El día siguiente los síntomas y la experiencia se hicieron más intensos, llegando al punto de sentir una sensación de “paz inmensa”. Posteriormente, el proceso se reanudaría de manera intermitente con diferentes niveles de dolor, incomodidad y sensibilidad física, en ocasiones un lapso en un estado infantil y por momentos un alejamiento aparente de la consciencia que se explicaría como si su cuerpo se hubiera entregado al dolor o como si él se hubiera “ido”.

Estas experiencias fueron acompañadas o seguidas por lo que fue denominado “la otredad” o “lo otro”. Se trató de un estado diferenciado del proceso y que le brindó “una sensación de sentirse protegido”. Krishnamurti lo describe en sus notas como algo que viene luego de una experiencia profunda del proceso, por ejemplo, al despertar el día siguiente:

“… me desperté temprano con ese gran sentimiento de “otredad”, de otro mundo que trasciende todo pensamiento… se agudiza la sensibilidad. Sensibilidad no sólo ante la belleza sino también ante todas las demás cosas. La brizna de pasto era sorprendentemente verde; esa pequeña brizna de pasto contenía todo el espectro de color; era intensa, deslumbrante y a la vez tan pequeña, tan fácil de destruir…

Parecía que estaba en los ojos y la respiración de uno. Surge de repente y de manera inesperada, con una fuerza e intensidad arrolladoras y en otros momentos está allí, quiera y serena. Pero está allí, la deseemos o no. No hay manera de acostumbrarse a ella ya que nunca ha sido ni tampoco será…”

Esta experiencia de la “otredad” estaría presente en él en los sucesos de todos los días.

El proceso que tuvo lugar en Ojai, independientemente de su causa o validez, marcó un hito cataclísmico en la vida de Krishna. Algo nuevo había sucedido para lo que Krishna no había sido del todo preparado. Se quitó un peso de su conciencia y dio el primer paso para convertirse en un individuo. Desde el punto de vista del papel que posteriormente desempeñaría como maestro, el proceso significó su fundamento. Había venido sólo a él y no había sido plantado en él por sus mentores y le brindó el suelo en donde su espíritu de seguridad e independencia recién descubierto podría echar raíces.

Romper con la tradición

En los años posteriores, la visión y consciencia nuevas de Krishnamurti continuaron desarrollándose. Aparecieron conceptos nuevos en sus conversaciones, discusiones y correspondencia, junto con un vocabulario que evolucionaba y que progresivamente se liberó de la terminología Teosófica.

Su nuevo rumbo llegó a un punto culminante en 1929, cuando Krishnamurti disolvió la Orden de la Estrella. Él declaró que tomó esta decisión luego de “pensarlo detenidamente” durante 2 años y que:

“Sostengo que la verdad es una tierra sin camino y que no puedes llegar a ella por medio de ningún camino, de ninguna religión, de ninguna secta. Este es mi punto de vista y lo mantengo absoluta e incondicionalmente. La verdad, al no poseer límites, condicionamientos ni caminos de ningún tipo a seguir, no puede ser organizada; así como tampoco debe formarse ninguna organización para guiar u obligar a la gente a que tome determinado camino…

No se trata de una hazaña magnífica, ya que no deseo tener seguidores, en serio. En el instante en que sigues a alguien dejas de buscar la Verdad. No me preocupa si prestas atención o no a lo que te digo. Deseo hacer una determinada cosa en el mundo y la voy a hacer con una concentración inquebrantable. Me preocupo por una sola cosa que es esencial: liberar al hombre. Deseo liberarlo de todas las jaulas, de todos los miedos y no fundar religiones ni sectas nuevas, así como tampoco establecer nuevas teorías ni nuevas filosofías”.

Krishnamurti ha rechazado toda creencia organizada, la noción de los gurús y toda la relación entre maestro y seguidor, profesando para lograr que la gente sea “absoluta e incondicionalmente libre”. Poco tiempo después, se separó de la Sociedad Teosófica y sus enseñanzas y prácticas, aunque conservó buenas relaciones con algunos de sus miembros y ex miembros a lo largo de su vida.

La totalidad del trabajo de Krishnamurti sería denominado por él las enseñanzas no “mis enseñanzas”. Para él, la importancia estaba siempre puesta en “las enseñanzas”; el maestro no tenía importancia y cualquier autoridad, especialmente la autoridad psicológica, era rechazada:

“La autoridad de cualquier tipo, especialmente en el campo del pensamiento y el entendimiento, es la cosa más destructiva y maligna. Los líderes destruyen a los seguidores y los seguidores destruyen a los líderes. Debes ser tu propio maestro y tu propio discípulo. Debes cuestionar todo lo que el hombre ha aceptado como valioso, como necesario”.

Últimos años de vida

Krishnamurti renunció a las diversas fundaciones y organizaciones que estaban asociadas a la desaparecida Orden de la Estrella, incluyendo la Sociedad Teosófica. Devolvió las sumas de dinero y propiedades donadas a la Orden, entre las que se encontraba un castillo en los Países Bajos y 20 km2 (5000 acres) de tierra, a las personas que las habían donado.

Destinó el resto de su vida a tener diálogos y brindar charlas públicas en todo el mundo sobre la naturaleza de la creencia, la verdad, la tristeza, la libertad, la muerte y la búsqueda de una vida rica espiritualmente. Rechazaba tanto a seguidores como a fieles, argumentando que la relación entre discípulo y gurú fomenta la dependencia y la explotación.

Aceptaba regalos y ayuda económica que la gente que se sentía inspirada por su trabajo le brindaba libremente. Continuó viajando para brindar conferencias y publicando libros y transcripciones de sus conferencias durante más de medio siglo. Constantemente alentaba a la gente a que pensara de manera independiente y los invitaba a explorar y discutir determinados temas con él.

Krishnamurti murió de cáncer de páncreas el 17 de febrero de 1986, a los 90 años. Sus restos fueron cremados y esparcidos por sus amigos y ex socios en los 3 países en donde pasó la mayor parte de su vida: India, Inglaterra y Estados Unidos de América.