Confucio nació el 19 de junio del año 551 a.C. en Chang Ping, en China. Fue un maestro, editor, político y filósofo del Período de Primavera y Otoño de la historia china. Si bien su nombre era Kong, sus discípulos lo llamaban Kong-fu-tse (es decir, Kong el Profesor o Maestro), que los misioneros jesuitas latinizaron como Confucio.
Primeros años de vida
Si bien Confucio tenía tan sólo 3 años cuando murió su padre, fue criado con esmero por su madre, Yan-she. Desde sus primeros años, mostró un amor extraordinario por el conocimiento y una veneración de las leyes milenarias de su país.
Con apenas 19 años, Confucio contrajo matrimonio, pero se divorció de su mujer luego de 4 años de casados para tener más tiempo para estudiar y para realizar sus funciones públicas.
La muerte de su madre, que tuvo lugar cuando él tenía 23 años, dio paso al primer acto solemne e importante de Confucio como reformador moral. La solemnidad y esplendor de la ceremonia de entierro por medio de la cual honró los restos de su madre (una vieja costumbre que dejó de utilizarse) sorprendió a sus conciudadanos, que de allí en más determinaron que enterrarían a sus seres queridos con los honores milenarios.
Aislamiento
Dicho ejemplo fue seguido por los estados vecinos, y hasta por toda la nación, con excepción de la clase más baja. Confucio no se detuvo allí. Se encerró en su casa para guardar los 3 años de luto por su madre en soledad. La totalidad de ese tiempo fue destinada al estudio filosófico.
Confucio reflexionó profundamente sobre las leyes de moralidad eternas, las rastreó hasta llegar a su fuente, llenó su mente con el sentido de la responsabilidad que imponen indistintamente sobre todos los hombres y tomó la determinación de convertirlas en la regla inalterable de todas sus acciones. A partir de ese momento, vemos que su carrera es simplemente un ejemplo de su sistema ético.
En el camino
Comenzó por instruir a sus compatriotas en los preceptos de moralidad, demostrando él mismo todas las virtudes que inculcó a los demás. Gradualmente, el número de sus seguidores fue aumentando, a medida que se hizo más evidente el carácter práctico de su filosofía.
Generalmente, sus seguidores no eran los jóvenes y entusiastas, sino que se trataba de hombres de mediana edad, formales, serios, respetables y que ocupaban cargos públicos importantes. Este hecho demuestra el carácter y diseño de su filosofía. Era moral, no religiosa y estaba dirigida exclusivamente a los hombres correctos, por comportarse de manera honrada y prudente en esta vida.
Confucio visitó varios estados, en algunos de los cuales fue bien recibido mientras que en otros no fue muy bienvenido. Sus andanzas posteriores fueron poco fructíferas: un estado detrás de otro se negaba a ser mejorado. En algunos casos hasta fue perseguido; una vez lo encarcelaron y casi murió de hambre. Finalmente, al darse cuenta de que no tenía esperanzas de recibir la atención favorable de la masa formada por sus compatriotas mientras viviera, regresó a su estado natal en condición de extrema pobreza. Dedicó los últimos años de su vida a la composición de trabajos literarios, por medio de los cuales la posteridad, al menos, podría recibir instrucción.
Murió en el año 479 a.C., a la edad de 70 años. Inmediatamente después de su muerte, Confucio comenzó a ser venerado y su familia fue distinguida con muchos honores y privilegios.
Las enseñanzas
Si bien el sistema de Confucio es calificado como una religión, debería ser considerado un método de vida política y social, construido con una pequeña base de filosofía. Si bien no posee huellas de un Dios personal, existen varias alusiones a un cierto ser o poder divino, Shang Ti, cuyo emblema exterior es Tien, o el firmamento visible.
El Confucianismo es atrayente para los hombres prácticos. Alaba el mundo presente y llama a que todos cultiven dichas virtudes, ya que son adecuadas para los ciudadanos: industria, modestia, sobriedad, seriedad, decoro y consideración. Asimismo, recomienda que los hombres participen de los servicios religiosos que hayan sido establecidos en tiempos pasados.
“Podrían guardar un significado en ellos y tal vez puedan afectar tu bienestar de una manera que no sea conocida. Y en el caso de los genios y espíritus, un sacrificio a ellos; no tengo nada que decir sobre ellos, ya sea si existen o no. Pero su veneración forma parte de una ceremonia tremenda y respetable, que un hombre sensato no abandonaría o despreciaría”.
En consecuencia, el Confucianismo, casi inmediatamente después de la muerte de su autor, se convirtió en la religión del estado, de quien resultó ser un gran aliado.