En mi publicación anterior, analizamos uno de los cuatro causantes del estrés: la manera en la que percibimos situaciones en base a la configuración de nuestra red neuronal en nuestro cerebro. Pasemos al segundo posible detonante del estrés: la comida.

No mucha gente es consciente del hecho de que lo que comemos y cómo nos alimentamos puede elevar nuestros niveles de estrés incluso sin contar con la presencia de estímulos externos o situaciones estresantes. Para comprender cómo es que la comida tiene esta clase de influencia, es importante tener en cuenta que el estrés en nuestro sistema de mente-cuerpo se activa principalmente por la liberación de dos hormonas: la adrenalina y el cortisol. Ambas hormonas son responsables de aumentar la tensión muscular, acelerar el ritmo cardíaco y elevar la presión arterial, así como también todas aquellas condiciones psicológicas y fisiológicas características de un cuadro de estrés.

Al igual que cualquier otro organismo, el cuerpo humano necesita combustible para poder funcionar. El combustible que necesita nuestro cuerpo se denomina glucosa y deriva del azúcar presente en los alimentos que ingerimos. Nuestro cuerpo es muy sensible a los niveles de azúcar (glucosa) en nuestro cuerpo. Por esta razón, es preferible que esta fuente de energía sea suministrada en cantidades moderadas y a un ritmo lento y constante.

Si en algún momento nuestro torrente sanguíneo cuenta con niveles muy altos o muy bajos de azúcar, esto puede ser perjudicial e incluso potencialmente fatal para nuestro organismo. Por eso, nuestro cuerpo realiza un gran esfuerzo para recuperar el equilibrio. Esto se logra mediante la liberación de otra hormona denominada insulina, que ayuda a estabilizar los niveles de azúcar en nuestro torrente sanguíneo. No obstante, en algunas ocasiones, este mecanismo protector de nuestra fisiología tiende a reaccionar exageradamente.

Por ejemplo, si decidimos desayunar un cereal dulce junto con una rebanada de pan blanco, nuestro nivel de azúcar se elevará a un nivel más allá de lo normal. Para corregir la situación, nuestro cuerpo liberará insulina, pero en lugar de normalizar el nivel de azúcar, esta reacción sobredimensioanda de nuestro organismo provocará que nuestro nivel de azúcar se desplome, dejando nuestro cuerpo drenado y extenuado.

Cuando el órgano más grande y que más combustible necesita de nuestro organismo (nuestro cerebro), se dé cuenta de que nuestro nivel de azúcar/glucosa (combustible) se ha desplomado, ordenará la liberación de adrenalina y cortisol para estresar a nuestro sistema mente-cuerpo para impulsarnos a comer más para poder así equilibrar nuestras reservas de combustible. Todo esto puede suceder en un lapso de 1 a 2 horas.

Por lo tanto, para evitar generar cuadros de estrés, debemos controlar los niveles de CG o Carga Glicémica de los alimentos que ingerimos. La carga glicémica nos ayuda a determinar la cantidad de azúcar contenida en los alimentos y la rapidez con la que esta azucar se liberará en nuestro torrente sanguíneo. Lo recomendable es ingerir menos de 40 unidades de CG por día. Para obtener una lista de los alimentos mas comunes y su respectiva carga glicémica, haz clic aquí.