Todos nacemos para cumplir un propósito, ¿sabes cual es el tuyo?
Estoy 100% de acuerdo con el principio que dice que todos nacemos para cumplir un propósito. Aunque pensemos que no tenemos un propósito, nuestro propósito será buscar ese propósito y luego actuar en consecuencia para servir a los demás.
Algunos creen que tienen el trabajo incorrecto cuando en realidad puede ser que su papel no sea el indicado. A veces lo único que necesitas es postularte para un proyecto en donde puedas hacer uso de tus fortalezas naturales.
Cuando puedes utilizar tus fortalezas (aptitudes + habilidades + conocimiento) en el trabajo o en prácticamente cualquier otro lado, comienzas a darte cuenta de que pierdes la noción del tiempo. Esto significa que estás haciendo un trabajo con un propósito.
Entonces, ¿qué fortalezas piensas que posees? ¿Cómo puedes aplicarlas en tu rol actual?
La frase memorable que surgió de la NASA “El fallar no es una opción” ha postulado una concepto equivocado respecto a los aspectos positivos del fallar.
Cuando mi hija tenía 8 años, vino una tarde a mi estudio con un papel blanco con una palabra escrita de lado a lado en letras grandes y bien marcadas. La palabra era “F.A.I.L.” (fracaso, en inglés).
Con una sonrisa picarona me preguntó: “papá, ¿sabes lo que significa F.A.I.L.?” En cuando me di cuenta de que tramaba algo, le dije: “dímelo tú”. Con seguridad, me respondió: “papá, F.A.I.L. significa First Attempt In Learning (Primer Intento En Aprender, en inglés)”.
Automáticamente sentí alegría al escuchar su respuesta, ya que entendí que si esta creencia se arraigaba en ella, el nivel de empoderamiento y seguridad que sería capaz de desarrollar se convertiría en una ventaja a la hora de correr riesgos necesarios en su vida.
Cuatro años más tarde, sigo recordándole lo que me explicó esa tarde. Como padre, me di cuenta de que tengo que estar atento en todo momento, para evitar que el condicionamiento social afecte su creencia positiva.
De la misma manera, sigo recordándole lo que Thomas Edison le respondió a alguien que lo criticaba por sus intentos fallidos de lo que posteriormente fue la bombilla incandescente: “no he fallado. Simplemente he encontrado 10.000 maneras que no funcionan”.
Tenemos más control de nuestra carga de trabajo de lo que creemos
Hace un tiempo me di cuenta de algo simple pero significativo: cuánto más me apuraba, menos cosas lograba. Y para colmo, el resultado no era el que había imaginado.
Este es el mejor momento para dominar el arte de pretender.
Nunca me imaginé que le pediría a alguien que simulara, pero ha llegado el momento de rendir honor al arte de la simulación.
Trasladarnos diariamente al trabajo siempre ha servido como un buen momento de transición mental. Durante ese momento, en donde pasamos del descanso y la tranquilidad a un ambiente laboral agitado, nuestra mente tiene tiempo de hacer un cambio psicológico necesario para prepararse para el trabajo.
Si a veces tienes que trabajar desde casa, es importante tener en cuenta que trabajar en la cama o en pijamas no nos predispone a dar nuestro máximo potencial. Nuestro cerebro posee un gran poder de asociación, lo que significa que mezclar señales de indulgencia (cama/pijamas) con el trabajo nos ubica en un estado mental inactivo, indeciso y hasta negligente.
Por lo tanto, si trabajas desde casa, después de levantarte simula que tienes que salir a trabajar. Es decir, realiza tu rutina diaria (meditación, ejercicio, desayuno, ducha, etc.), vístete como si fueras a trabajar y luego comienza tu día laboral. Si bien la transición entre la cama y el trabajo será más breve, hacer de cuenta que vas a salir de casa te ayudará a prepararte psicológicamente para trabajar al máximo.
¿Recuerdas la última vez que atravesaste varios husos horarios? La fatiga, el insomnio, los dolores de cabeza, los mareos, la deshidratación y la somnolencia diurna que sentiste… Y, ¿recuerdas haberte presentado en el trabajo y darte cuenta de que no estabas del todo fresco y atento, que tu memoria te estaba fallando, que sentías dificultad para concentrarte y enfocarte y te llevaba más tiempo tomar decisiones, además de sentir irritabilidad y ansiedad…? Todo esto, ¿te resulta familiar?
No tiene que ser así.
He viajado através de husos horarios por más de 20 años y al principio sentía exactamente lo que describe el primer párrafo de este artículo, tanto física como mental y emocionalmente. Sentía que el jet lag era simplemente un estado inevitable que debía soportar cada vez que viajaba.
Qué equivocado estaba.
De acuerdo con la ciencia, esta desincronización o cansancio como consecuencia del vuelo constituye una condición relativamente nueva con la que debe lidiar nuestro sistema de mente-cuerpo. Como homo sapiens, hemos caminado sobre la faz de la tierra durante 200.000 años y el 99,9995% de ese tiempo nunca hemos sometido a nuestro sistema de mente-cuerpo a dicha experiencia conocida como jet lag.
Recién en 1939, más precisamente el 11 de agosto, partió el primer vuelo comercial transatlántico sin escalas; un avión cuatrimotor operado por la empresa alemana Lufthansa. Despegó desde Berlín y voló durante 25 horas a través de Europa y el Océano Atlántico llevando 26 pasajeros en una travesía de 3,728 millas que culminó en Brooklyn, Nueva York (en la actualidad, este vuelo dura menos de 9 horas). No me puedo imaginar lo que deben haber sentido las mentes y los cuerpos de esos pasajeros… “¡¡¿¿qué es esto??!!”.
Han pasado casi 80 años desde aquel vuelo y la ciencia ha podido entender mejor qué sucede a nivel de nuestro sistema de mente-cuerpo cuando lo exponemos a un viaje transmeridional (del este al oeste o del oeste al este), rápido y de larga distancia. Asimismo, la ciencia ha podido determinar qué podemos hacer para minimizar el impacto del jet lag.
Existen una serie de mecanismos efectivos que podemos poner en práctica para reducir el impacto de esta condición psicofisiológica conocida como jet lag. Personalmente, continúo viajando a través de husos horarios con bastante frecuencia y soy sumamente inflexible en la práctica de las reglas anti-jet lag que compartiré contigo a continuación:
Antes del vuelo
– Evita los vuelos nocturnos. Vuela durante la tarde si te diriges hacia el oeste y durante la mañana si viajas hacia el este.
– Cambia la rutina de sueño los días previos al viaje. Si viajas hacia el este, intenta acostarte una hora antes de tu horario habitual y si viajas hacia el oeste una hora más tarde. La idea es “optimizar” tu rutina de sueño teniendo en cuenta tu destino.
– No sacrifiques horas de sueño antes de viajar. Volar estando cansado empeorará la sensación de jet lag. Por esta razón, no debes comenzar tu viaje privado de sueño.
– Bebe mucha agua. La deshidratación es una de las causas principales detrás del malestar del jet lag.
– Lleva snacks saludables para el vuelo. Por ejemplo, llévate almendras, nueces, vegetales con hummus, etc. para evitar tentarte con las opciones poco saludables que te ofrecen durante el viaje.
– Practica la meditación silenciosa. Esta práctica te brindará un descanso físico y psicológico para el cuerpo y la mente.
Durante el vuelo
– Bebe mucha agua.
– Descansa durante el vuelo. Toma varias siestas cortas.
– Reduce el consumo de cafeína. Evita beber demasiadas bebidas con cafeína, tales como café, té y refrescos, así como también evita beberlas varias horas antes de tomar tus siestas planificadas.
– Evita el alcohol. Esto empeora los síntomas relacionados con el jet lag. El alcohol es un diurético lo que hará que te deshidrates y que tengas que pararte a ir al baño en repetidas oportunidades.
– Ingiere comidas livianas. Evita comer los pretzels, snacks y papas saladas o los chocolates y galletitas que generalmente ofrecen en los aviones.
– Evita el azúcar. Si tus niveles de azúcar ascienden, esto provocará un aumento de energía cuando en realidad deberías estar descansando.
– Mantente activo. Cuando recorras distancias largas, camina varias veces a lo largo de la cabina y estira los brazos y las piernas cuando estés sentado. Esto también te ayudará a reducir el riesgo de sufrir una enfermedad potencialmente grave llamada Trombosis Venosa Profunda (TVP).
– Cambia la hora del reloj a la del nuevo destino. Esto te ayudará a adaptarte más rápidamente a tu nuevo horario.
Luego del vuelo
– Come y duerme según los horarios del nuevo huso horario. No te acuestes o comas en los horarios en que lo haces en tu lugar de residencia habitual.
– Bebe mucha agua.
– Programa un masaje de cuerpo entero. Esto reactivará la circulación de tu cuerpo y liberará la tensión tanto física como mental. Esto es algo que siempre hago dentro de las 24 horas luego de haber llegado a destino.
– Practica yoga. Esta actividad te ayudará a armonizar nuevamente tus ritmos internos.
– Medita.
– Evita dormir en cuanto llegues a tu destino. Estar activo hasta el momento adecuado para dormir ayudará a tu cuerpo a adaptarse más rápidamente.
– Disfruta el aire libre. La luz del día ayudará a que tu cuerpo se adapte más rápidamente a las nuevas rutinas después de cualquier vuelo.
Es muy importante realizar una pequeña preparación antes de embarcarte en un vuelo transmeridional. Estoy convencido de que si sigues estos consejos tu experiencia de viaje será muchísimo más placentera.
¿Es verdad que para ser felices en la vida solamente necesitamos de salud, dinero y amor?
Esto no es del todo cierto.
El estudio mundial más ambicioso llevado a cabo para determinar qué nos hace a los seres humanos verdaderamente felices, que llevo más de 10 años en realizarse y que abarcó centenares de miles de personas en 160 países, representado el 98% de la población mundial, muestra que la evidencia es concreta: 7% de la población mundial se siente completa, feliz y realizada; el 93% restante, siente que algo les falta.
¿Cuáles son los aspectos de nuestra vida a los que tenemos que darle mayor atención para ser parte de ese 7% que goza de plena felicidad?
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